Salud

Tu cuerpo lleva días avisándote de que estás comiendo demasiada proteína: ten cuidado con estos síntomas

Proteína
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En la actualidad, las dietas ricas en proteínas se han convertido en una tendencia popular entre quienes buscan ganar masa muscular, perder peso o simplemente llevar un estilo de vida más saludable. Desde los batidos de proteína hasta los alimentos hiperproteicos, todo parece indicar que cuanta más proteína consumamos, mejor será nuestro rendimiento físico y bienestar general. Sin embargo, aunque las proteínas son fundamentales para el organismo, su exceso también puede provocar efectos secundarios que, normalmente, pasamos por alto o confundimos con otros problemas de salud.

Lo cierto es que nuestro cuerpo tiene una forma muy precisa de avisarnos cuando algo no va bien. Y con la proteína, no es diferente. Cuando el consumo supera lo que el cuerpo necesita o puede procesar adecuadamente, empiezan a aparecer señales a las que se debe prestar atención. Malestar digestivo, fatiga inusual, mal aliento persistente y problemas renales son sólo algunos de los síntomas que podrían estar alertándote de un consumo proteico excesivo.

El papel de las proteínas

Las proteínas cumplen funciones vitales: reparan tejidos, construyen músculo, producen enzimas y hormonas, y son parte de cada célula del cuerpo humano. Su importancia es incuestionable. Sin embargo, esto no significa que se deban consumir sin control. Como ocurre con todo nutriente, las necesidades varían según la edad, el sexo, la actividad física y el estado de salud general.

La cantidad diaria recomendada para un adulto promedio se sitúa entre 0,8 y 1 gramo de proteína por cada kilo de peso corporal. Para quienes entrenan intensamente o buscan desarrollar masa muscular, este valor puede subir hasta 1,6 o incluso 2 gramos por kilo, pero más allá de eso, los beneficios disminuyen y aparecen los riesgos.

El problema es que muchas personas, influenciadas por las redes sociales, modas nutricionales o dietas extremas, sobrepasan esas cifras con facilidad. Batidos post-entrenamiento, snacks proteicos y comidas hipercalóricas ricas en carne o suplementos pueden empujar el consumo diario a niveles innecesarios y, en algunos casos, peligrosos.

Señales de alerta

Una de las señales más comunes (y a menudo ignoradas) de un exceso de proteína es el mal aliento, especialmente cuando la dieta es baja en carbohidratos. Esto sucede porque, al no haber suficiente glucosa como fuente de energía, el cuerpo entra en cetosis y comienza a quemar grasa como combustible. El proceso libera compuestos llamados cetonas, los cuales pueden provocar un aliento con olor fuerte y desagradable.

Aunque parezca contradictorio, consumir demasiada proteína puede hacerte sentir más cansado. Esto ocurre porque el cuerpo dedica más energía a metabolizar ese exceso proteico, especialmente si tu consumo de carbohidratos es bajo. La glucosa es la principal fuente de energía del cerebro y de los músculos durante el ejercicio; si la eliminas o reduces demasiado, podrías sentirte agotado, irritable o con «niebla mental».

El aparato digestivo también sufre cuando se sobrecarga con proteínas, especialmente si provienen mayoritariamente de fuentes animales y no se acompaña con suficiente fibra. Esto puede derivar en estreñimiento crónico. Por otro lado, algunas personas experimentan diarrea por un exceso de productos lácteos o suplementos en polvo, muchas veces con edulcorantes artificiales que irritan el intestino.

Cuando el cuerpo metaboliza las proteínas, se generan subproductos como la urea, que deben eliminarse por los riñones a través de la orina. Esto puede hacer que necesites orinar más seguido, lo que a su vez aumenta la sensación de sed. Si notas que bebes más agua de lo normal y aun así sientes la boca seca, podría ser una señal de sobrecarga proteica.

Los dolores de cabeza también pueden aparecer cuando tu consumo de carbohidratos es demasiado bajo a causa de una dieta centrada en la proteína. La cetosis, si bien puede ayudar a perder peso en algunos casos, produce síntomas iniciales conocidos como «gripe cetogénica», donde los dolores de cabeza son protagonistas.

Riesgos a largo plazo

Más allá de las molestias temporales, el consumo excesivo de proteínas puede traer consecuencias serias para la salud si se mantiene a largo plazo:

  • Aunque no se ha demostrado que las dietas altas en proteínas dañen los riñones en personas sanas, sí suponen un mayor esfuerzo para estos órganos. En personas con antecedentes de enfermedad renal o factores de riesgo (hipertensión, diabetes), una dieta rica en proteínas puede acelerar el deterioro de la función renal.
  • Muchas fuentes de proteínas, como carnes rojas o embutidos, son también ricas en grasas saturadas. Un consumo elevado de estos alimentos puede contribuir al aumento del colesterol LDL («malo») y elevar el riesgo de enfermedades cardiovasculares si no se equilibra con otros grupos alimenticios.

No hay duda de que la proteína es un nutriente clave, pero su valor no radica en la cantidad, sino en el equilibrio con el resto de componentes de la dieta. Comer bien no significa comer más de lo «bueno», sino adaptar cada componente a tus necesidades reales. Una dieta saludable debe ser variada, incluir todos los grupos de alimentos, e individualizada según tu actividad física, edad, peso y estado de salud.

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